Gillian Bradshaw nos presenta esta vez a Aquimedes de Siracusa. El contador de arena nos situa en la vida real del matemático, Arquimedes es un hombre de carne y hueso y que como tu y yo razona y siente. Es un ser humano excepcional, un genio de su tiempo que debe enfrentarse al mundo austero y convulso que le rodea. Deslumbrado por las maravillas de Alejandría tras una estancia de tres años y decidido a radicarse allí para siempre, el joven Arquímedes se ve obligado a volver a Siracusa, su ciudad natal, para ocuparse de su padre enfermo. Siracusa se enfrenta a una cruel guerra contra Roma y Arquímedes se convierte en su principal artífice. Pese a sus intentos de volver a la cuna alejandrina del saber, Hieron (gobernador de Siracusa) consigue retenerlo con todo tipo de artimañas. Pero Arquímedes es más listo que él y consigue deshacer todas sus trampas, sin embargo cuando el camino a Alejandría está abierto, Siracusa se da cuenta que no puede marcharse: algo le retiene. Y ese algo es superior a su pasión por el saber y la ciencia, es el amor, su amor. Gloria, amor, guerra y traición es lo que sufre el protagonista. El mito de que los genios no tienen los pies en la tierra, no tiene ningún sentido para un historiador que sabe lo difícil que es sacar adelante una familia pobre en pleno siglo I a.C. Arquímedes se deja la vida por su familia, renuncia a todos sus sueños y potencialidades por ellos; pero por mucho que lo intente es un genio y no podrá olvidarse jamás de eso.
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