lunes

La huida de Nathan. Compartiendo corazones


Nathan es un niño de doce años al que recluyen en un reformatorio juvenil por acusación de robo. En el reformatorio es sujeto de todo tipo de abusos y castigos por lo que escapa, matando a un supervisor a su paso. Tras conocer la fuga se inicia una exhaustiva búsqueda por parte de la policía en todos los Estados Unidos, pero Nathan, arriesgando su vida, llama al programa radiofónico de más audiencia, para contar su versión de los hechos. A partir de aquí toda la sociedad se involucra en la huida de Nathan; algunos en su contra, pero muchos a favor. La obra en general tiene un vocabulario un poco basto y grosero, pero nada alejado de la realidad del mundo de la delincuencia; John Gilstrap conoce muy bien el ambiente pues ha trabajado en el mucho tiempo. La historia es muy humana, y pese a la rapidez de los hechos en una historia llena de intriga desde el principio hasta el final, consigue detenerse en los momentos álgidos y explicar con detalle las conversaciones profundas con el protagonista adolescente.Poco ha escrito John Gilstrap, pero realmente tiene un don para comprender lo que pasa por la mente de un adolescente de 12 años. Y no solo lo sabe, como muchos otros, sino que consigue transmitirlo y hacernos participes de la historia.Me toca especialmente de este libro la relación entre la victima y el resto de personas. Los policías le tratan de despreciable culpable y le obligan a perder toda su honra, honor y orgullo. Pero solo uno, solo uno de entre todos esos brutos, sabrá ver y observar más allá; y a través de su trabajo acaba queriendo y conociendo al chico. Le ayuda a recobrar su dignidad, y al quererle le vuelve a hacerse sentir persona. Y en la trama de esta relación, este poli sabe ver más allá, y darse cuenta de los verdaderos hechos del crimen. Es interesante ver como para encontrar a un adolescente hace falta pensar como él, para pensar como él hay que entenderlo, para entenderlo hace falta comprenderlo, y para comprenderlo hay que conocerlo. Si, mis queridos lectores, comprender a nuestro prójimo es de lo más importante. Somos personas porque tenemos esa capacidad de comprensión, y esa capacidad nace en el deseo de estar por los demás, de hacer feliz al otro, de ayudarle en lo que sea, y sobre todo de quererle. Y no vale hacer excepciones. Da igual quien sea, como sea, que haya hecho o que piense. Todos, todos merecemos una oportunidad, la oportunidad de sentirnos amados, la oportunidad de que nos quieran, para así, luego, poder querer y amar nosotros.

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